A todos los que pasaron una pérdida fuerte ya dejó de importarles la opinión de los demás.
Después de ver partir a alguien, o de haber pasado por algo grave, ¡qué importa lo que dicen los
demás!
En esa nueva etapa de la vida, después de atravesar un proceso de dolor tan intenso, las personas
se animan a arriesgarse a mucho más: se dan cuenta de que uno se arrepiente más por aquello que
no hizo que por lo que hizo.
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