Según los recientes estudios realizados por la Universidad de Columbia, el inconveniente con los paraguas data del siglo XVII, desde el momento de su creación.
Tres siglos de avances infinitos, con cambios radicales en la manera de vivir, conviviendo con la misma incomodidad.
Tres siglos de avances infinitos, con cambios radicales en la manera de vivir, conviviendo con la misma incomodidad.
Si bien muchas cosas han cambiado en 280 años, creo que a los burgueses de 1730 les sucedía lo mismo que a nosotros en la actualidad…
La siguiente situación hipotética puede suceder en cualquier lugar del mundo, en la ciudad que quieras, del país que se te antoje, la ubicación geográfica es irrelevante.
La hora y el día también, lo importante es que en esta esfera imaginaria debe llover y soplar el viento, ya sea éste pampero, zonda, sudestada o polar.
La hora y el día también, lo importante es que en esta esfera imaginaria debe llover y soplar el viento, ya sea éste pampero, zonda, sudestada o polar.
Un hombre o una mujer, de la edad que sea, sale de su casa, camino al trabajo, en esos días donde la mejor decisión que podes tomar es quedarte en casa (la lluvia y las responsabilidades no conforman una buena dupla).
Los obstáculos que existen son innumerables, comenzando por lo que significa afrontar la vida paraguas en mano.
Caminar ya es un problema, hay que sortear dificultades y esquivar, por supuesto, la tan temida y traicionera baldosa floja, la cual se encargará de mancharte tu impecable pantalón blanco, que con tanto énfasis lavaste a mano la noche anterior.
Hay que escurrirse entre los peatones para no ocasionar ningún accidente, los vértices del elemento en cuestión se encuentran peligrosamente cerca del órgano del sentido de la visión (si, los ojos)
Independientemente del viento, factor más detestado por quienes transitan la ciudad un día lluvioso. Pocos son los que terminan de pie. Los alambres no resisten la presión y ceden al primer soplo, dejando tu paraguas dado vuelta y a vos como un infeliz.
Sin contar con la posibilidad de encontrarse con aquel conductor copado que no dudará en salpicarlo con el charco de agua más grande que encuentre a su paso. ¡Gracias, che, necesitaba un baño antes de comenzar mi jornada laboral!
Subir a cualquier medio de transporte, taxi o colectivo, no es para novatos. Requiere de mucha habilidad el realizar la seña con la mano que te queda libre, sin contar la posibilidad de llevar en ella algún elemento contundente, bolso o carpeta. Tarjeta en mano, paraguas en otra, agua en el cordón, zapatillas mojadas.
Persona que intenta subir + paraguas que se intenta cerrar = persona que se moja.
Tras afrontar semejante desafío y cargar un indescriptible mal humor, al llegar al lugar de destino, uno se encuentra con otro reto.
Tras afrontar semejante desafío y cargar un indescriptible mal humor, al llegar al lugar de destino, uno se encuentra con otro reto.
¿Dónde dejo mi paraguas?, he aquí el dilema. Tiene que estar situado frente a mis narices, porque si éste es colocado en algún vértice de una habitación X, es altamente probable que éste quede allí una vez que la persona imaginaria se retire de recinto. Señores del 1700, ¿ustedes también olvidaban su mecanismo de resguardo en cualquier sitio?
Nunca podré comprender a quien con una sonrisa pintada en su rostro dice: ¡Qué hermoso día! ¿Hermoso? ¿Qué concepto de belleza tiene usted? ¿Con qué edición de Larousse te estás manejando? Hermosa la sensación el tener las medias mojadas, el paraguas dado vuelta y el pelo de paro.
Para seguir acrecentando el mal humor, solo hace falta mirar por la ventana en algún momento del día y darte cuenta que la lluvia ya es noticia vieja y que sol llegó para quedarse, lo que significa que el bendito paraguas solo te trajo problemas.
Definitivamente, otro día para el olvido.
jjajajajajaj, EXELENTE..!!!! Paraguas inutil.!!!
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